Las experiencias de fe nos ayudan a alimentar nuestro crecimiento espiritual y la Eucaristía es el alimento del alma. Al comulgar, nos podemos sentir otros, ya que Cristo va a vivir en nosotros. Es el encuentro con Jesús en la Eucaristía, donde ha querido quedarse por amor a cada uno de nosotros. “Vivo yo, pero ya no soy yo quien vive, porque es Jesús quien vive en mí” (Gal 2,20).
Autor: Rina Alburqueque