Para los Maristas, la Consagración a Nuestra Señora, -práctica particularmente querida del Padre Champagnat-, es un acto de culto a la Buena Madre, para que, por su intercesión, nos obtenga de Dios, virtudes necesarias para su formación.
El contenido esencial de la Consagración a María es un encuentro personal, íntimo, perseverante con la Virgen, que implica confianza, pertenencia, don de sí mismo, disponibilidad y colaboración efectiva en su misión salvífica según el plan de Dios.
En otras palabras, consagrarnos a Nuestra Señora es confiarnos en sus manos (esto es, poniéndonos a sus cuidados y siguiendo sus ejemplos) para que nos conduzca al Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo.
Autor: Víctor Zapata