María del “sí” nos anima y acompaña
Queridos Maristas de Champagnat,
Hoy, en este “especial” 25 de marzo, nos anima el recordar y celebrar el “sí” de María dado en la Anunciación. Este año, la celebración puede tener un significado particular para cada uno de nosotros y para el mundo entero ante el momento que vivimos de pandemia por la veloz difusión del COVID-19.
Un tiempo de incertidumbre y temor. Tiempo de sufrimiento para quienes han padecido o padecen la enfermedad en grado extremo, muchos al punto de morir y, también, gran dolor para los familiares quienes no pueden acompañar a sus seres queridos en su enfermedad, o en sus últimos momentos y ni siquiera en su funeral.
Italia, donde nos encontramos los hermanos y laicos que estamos al servicio de la Administración general, así como varias comunidades y obras, es hasta ahora uno de los países más golpeados por la epidemia. Situación similar se va dando en otros países de Europa y del mundo. En estos momentos, quizá la gran mayoría de los países donde se encuentra presente el Instituto se han visto afectados. Veo con agrado las diversas reacciones positivas que se van teniendo en las Provincias y Distritos buscando colaborar con la sociedad, los gobiernos y el mundo entero, ayudando a quienes están en riesgo.
Muchos de nosotros estamos guardando algunos días o semanas de cuarentena, en comunidad, en familia, colaborando para evitar ser contagiados y evitar ser agentes de contagio. Esta situación se nos presenta como un peso y, a la vez, como una oportunidad. Estoy seguro de que todos recibimos cada día una lluvia de ideas y mensajes (no sé si demasiados), ofreciéndonos pistas creativas para vivir todo esto.
Pienso hoy en María, aquella joven de Nazaret puesta, en cuestión de minutos, frente a una situación de sorpresa, de llamada, de temor ante lo inesperado y desconocido… ¿cómo será esto? Y, tras las palabras alentadoras “porque ninguna cosa es imposible para Dios”, Ella da su sí: “hágase en mí según tu palabra” (cf Lc 1,28). Y, a continuación “se levantó y se fue con prontitud…” (Cf Lc, 1, 39). Frente a la incertidumbre y temor, había en Ella la fe, la confianza, la pasión por Dios y por la humanidad…
Son tres pasos interesantes que quizá alienten en nosotros cómo dar una respuesta a la crisis, al estilo de María. Primero: sentimos la duda y el temor, y preguntamos a Dios ¿cómo? ¿por qué todo esto? Segundo: sentimos que somos pequeños en manos de Dios y confiamos en él. ¡Hágase! Tercero: nos ponemos manos a la obra a colaborar en lo que podamos, sirviendo a los demás.
Difícilmente podemos predecir lo que se nos presentará próximamente como consecuencia de todo lo que se vive. Así como hay previsiones de crisis en el campo económico y social, a la vez se viven aprendizajes muy positivos en línea de la convivencia familiar y social, así como ecológica y de solidaridad. Somos un mundo con una conexión mucho más allá de lo imaginado. Y dicha conexión tendrá que ser la fuerza para reaccionar como familia global mundial, buscando el bien de todos. Mientras hoy se nos pide distanciarnos físicamente, y es nuestro deber hacerlo por seguridad nuestra y de todos, es importante entender que esta distancia busca la salud y no una protección egoísta. Y, por eso, en otro nivel, el movimiento es el de enlazarnos y el de acercarnos.
Y, como María, frente a la incertidumbre y el temor, necesitamos la fe, la confianza, la pasión por Dios y por la humanidad, como fundamentos sólidos para ir adelante. Desde la reflexión y oración, descubramos los nuevos aprendizajes que esta experiencia nos está ofreciendo.
Hemos tenido recientemente en Roma el encuentro anual de Provinciales y Superiores de Distrito. Ha ido muy bien, nos hemos centrado en el tema del cuidado. La gran mayoría ha podido ya regresar a sus Provincias o Distritos y casi todos han pasado o pasan un período de cuarentena, por el bien personal y social. Agradezco a todos ellos su positiva respuesta y las iniciativas que se van dando para apoyar la situación actual. Y también agradezco las respuestas, gestos y solidaridad de todos los maristas de Champagnat del mundo.
Pongamos una atención especial hacia las personas mayores, nuestros hermanos, nuestros familiares. Y si cualquiera de nosotros, hermanos o laicos, vive la experiencia del contagio y de la enfermedad, consideremos al enfermo como una bendición, como nos lo decía Champagnat, y démosle toda la atención y cuidado fraternos. Parte de ese cuidado será seguir seriamente las normas sanitarias y de higiene necesarias para evitar más contagios. Estemos atentos para responder con actitudes evangélicas y maristas.
Recuerdo con especial afecto a todos aquellos de ustedes, hermanos o laicos, que se encuentran viviendo la misión en comunidades y proyectos internacionales, o en misiones, provincias o países lejos de su familia y de sus seres queridos.
María del “sí” nos anima y acompaña en estos momentos difíciles, de incertidumbre y de dolor. Ella, la Buena Madre, nos tiene tomados de la mano. Hoy la sabemos madre amorosa y también hermana, compañera de camino y de sufrimiento nuestro, y de todo el pueblo de Dios.
Con Ella y san Marcelino, vivamos esta especial Cuaresma en actitud orante, unidos en comunión con tantas personas del mundo que son más directamente víctimas de esta pandemia. Oremos en comunión con los líderes y gobernantes de nuestros países y de la Iglesia, para que todos contemos con la sabiduría venida del Espíritu para actuar y responder según el querer de Dios. Tengamos presentes en nuestra oración a los profesionales de la salud y a tantas personas que están al servicio de los enfermos. También a muchos religiosos y sacerdotes sirviendo a los afectados. Nos unimos con el Papa Francisco quien, en la celebración eucarística de estos días, va teniendo presente a estos diversos grupos de personas y nos invita a cuidar atentamente de los enfermos.
Reciban mi saludo y abrazo fraterno, junto con el saludo y abrazo del Consejo general y de la Administración general.
H. Ernesto Sánchez Barba, Superior General Maristas de Champagnat