Llevar lo que estamos viviendo a la oración, hablarle a Dios de lo que acontece en el mundo y lo que suscita en nosotros, nos permite profundizar en nuestra experiencia y encontrar sentido a lo que vivimos.
Somos testigos y protagonistas de un mundo nuevo que está surgiendo, de una nueva humanidad que está naciendo: nuevos hábitos, nuevas formas de relacionarnos, nuevas rutinas.
Al atardecer de aquel día, primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz con ustedes”.
Hacer nuestro el encargo de Jesús: “Vayan… Anuncien…” es comprometernos a anunciar el Evangelio que trae frutos de paz, alegría, esperanza y compromete al cuidado de toda vida.
ACEPTAR NO SABER
Inseguridad e incertidumbre son dos constantes que nos acompañan.