Fueron cuatro hermanos que se encontraban en un campo de refugiados en Bugobe (Zaire), atendiendo a quienes habían sido desplazados de sus hogares. Servando Mayor (44 años), Miguel Ángel Isla (53 años), Fernando de la Fuente (53 años) y Julio Rodríguez (40 años), “amaron hasta el final” entregando su vida sirviendo a quienes más lo necesitaban.

•  “Pero, hijo, ¿tú crees que vas a poder arreglar aquello?”, pregunta la Sra. Otilia a Servando, su hijo, quien le respondió: “Madre, si es que cuando los refugiados ven a los misioneros es como si vieran a Dios. Y si nosotros no los ayudamos, nadie lo va hacer”. (diálogo del Hno Servando con su mamá)
• “Cada domingo, por la tarde, voy a organizar juegos con los niños. Es una gozada para ellos y para mí, también para todos los mayores que se acercan a vernos jugar… A mí Dios me ha privilegiado, sin merecerlo, concediéndome el estar aquí con esta gente”. (Carta del Hno. Julio).
• “A veces, hasta se me quitan las ganas de comer, pensando que, al lado, muy cerca, tengo miles de hermanos que pasan hambre real; sobre todo los niños, los niños que son absolutamente inocentes” (Carta del Hno. Miguel Ángel)
• “Siempre agradecido y con ánimo, porque caminamos en la esperanza hacia el Señor… Un abrazo desde el corazón de la Africa negra refugiada”. (Carta de Hno. Fernando)
•  “No podemos abandonar a quienes ya están abandonados de todos. Si tú estuvieras aquí harías lo mismo que nosotros. Nuestra decisión es quedarnos si tú nos dejas”. (Hno Servando al Hno Benito, SG)
• “Se han marchado del campo de Nyamirangwe todas las personas. Estamos solos. Esperamos un ataque de un momento a otro. Si esta tarde no volvemos a telefonear será una mala señal”. (Hno Servando al Hno Benito, SG, en la mañana del día 31)