Allá por el año 2000, la OCDE publicó por primera vez una evaluación independiente de los resultados conseguidos por los sistemas educativos de los países integrados en la organización. Así nació el Informe PISA, convertido dos décadas después en el patrón oro con el que se compara la excelencia de los distintos modelos formativos de Occidente.
En el primer ranking elaborado por los técnicos de la organización con sede en París, Finlandia consiguió un destacado primer puesto. Conforme la publicación fue ganando popularidad, cada vez más políticos y periodistas empezaron a referirse al país nórdico como ejemplo a seguir a la hora de diseñar medidas educativas.
En los últimos años, Finlandia ha recortado los deberes, ha reducido los horarios escolares y ha minimizado la importancia de los exámenes. Todas estas decisiones han levantado polémica a nivel interno, pero han cautivado la atención de observadores internacionales que no han tardado en recomendar la adopción de este tipo de políticas con el argumento de que Finlandia, líder en el Informe PISA, las está aplicando.
El caso es que la ventaja de la educación en Finlandia no solo no ha mejorado desde que se han introducido estas medidas, sino que su calificación en el ranking va a peor. Big Think recuerda que, entre 2006 y 2012, la nota del país en ciencia, lectura y matemáticas bajó notablemente. Para ser precisos, se redujo en 18, 23 y 29 puntos, respectivamente.
Esa tendencia a la baja se mantuvo en 2015 y contrasta con el auge del modelo educativo de Estonia o la mejora de otros países como España, donde las quejas de la izquierda sobre los “recortes educativos” chocan con un progreso notable en los resultados obtenidos.
Entonces, si el éxito educativo de Finlandia viene de tiempo atrás y si las políticas de los últimos años han sido contraproducentes, ¿qué hizo el país nórdico en el pasado para conseguir un nivel tan elevado en los primeros exámenes de la OCDE? Gabriel Heller Shalgren se ha referido a esta cuestión en un interesante informe que desmonta algunos de los tópicos sobre el modelo formativo que nos ocupa.
“Es cierto que la gestión de los centros educativos está descentralizada, pero la educación finlandesa tenía buenos resultados antes de que se produjese este cambio, que no llegó hasta los años 90. Por tanto, la explicación del éxito de la educación de mi país es otra y viene de más atrás”, explica el experto.
“Si se analiza la trayectoria de la educación en Finlandia, uno detecta la importancia del respeto al profesorado, que desde el siglo XIX goza de un notable respeto social”, explica Heller Shalgren. “Además, hay factores sociales y culturales que debemos tener en cuenta. Históricamente, Finlandia ha sido menos próspera que otros países nórdicos. Por tanto, durante décadas ha prevalecido una cultura del esfuerzo, que reconoce la importancia del mérito y que prima la excelencia en las aulas como forma de promover un avance. Pero, conforme Finlandia se ha enriquecido, esa cultura se ha erosionado y con ese declive han llegado estrategias educativas menos exigentes que, como estamos viendo, tienen peor resultado”.
Fuente: Libre Mercado
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