22 años de la canonización de Marcelino Champagnat

Con gran alegría los maristas vivimos la canonización del Marcelino Champagnat el 18 de abril de 1999; durante la eucaristía celebrada en la Plaza San Pedro, el papa Juan Pablo II lo proclamó santo, modelo de vida cristiana para toda la Iglesia.

En palabras del Hno. Gabriele Andreucci, Postulador general, para los maristas la canonización del P. Champagnat significa “el reconocimiento oficial de la Iglesia de que nuestro fundador es un hombre de Dios, suscitado por el Espíritu Santo para conducir a la santidad a todos aquellos que caminan tras sus huellas”.

Santo o santa, nos decía el Hno Benito Arbués, Superior General en aquellos años, “es una persona que dedica su vida a que algunas cosas importantes cambien. Y para cambiar lo que está mal no hay más técnicas que cambiar la propia vida y ponerla al servicio del Reino de Dios”.

Marcelino fue un hombre arraigado en su tiempo, supo leer las llamadas del mundo en que vivió y responder a ellas desde el corazón de Dios, como María; comprometido con la educación y evangelización de los niños y jóvenes; vivió los valores del evangelio y nos enseñó un camino para ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos” que tanto necesita el mundo de hoy, nos dejó como misión “dar a conocer a Jesús y hacerlo amar”.

Su vida nos inspira a los Maristas de Champagnat a ser audaces y creativos para vivir el evangelio al estilo de María y responder a las necesidades de nuestro tiempo.

Como decía el papa Juan Pablo II en la misa de la canonización, demos “gracias a Dios por los numerosos discípulos del padre Champagnat, que han vivido con fidelidad su misión” y “pidamos al Señor un corazón tan ardiente como el de Marcelino Champagnat, para reconocerlo y ser sus testigos”.

A nuestro fundador le decimos:

San Marcelino Champagnat, ruega por nosotros.