Octubre 2021
Por: Sara Sánchez
El aniversario del encuentro de Marcelino con el joven Montagne nos recuerda la urgencia y actualidad de nuestra misión: estamos “llamados a ponernos en camino al encuentro” de los niños y jóvenes y darles a conocer la ternura y misericordia de Dios:
“Era lunes, 28 de octubre. Por la mañana le llamaron para atender a un enfermo que se encontraba en Le Bessat… Esta aldea, la mayor de la parroquia, era la más alejada y la de mayor dificultad de acceso… Marcelino, sin soslayar las dificultades, acude con diligencia, pues considera una prioridad de su ministerio la atención a los enfermos…
Cuando llegó, Juan Bautista Montagne y Clemencia Porta le estaban esperando, pues su hijo Juan Bautista, de 16 años, estaba muy enfermo… A la gravedad del enfermo se añadió la gran ignorancia religiosa en la que se encontraba el adolescente. El joven sacerdote tuvo que sacar sus mejores dotes de catequista para hacer comprender a Juan Bautista las verdades básicas de la fe en un momento tan delicado. Cuando le consideró preparado, aunque fuera de manera muy precaria, le confesó.
Marcelino se ausentó por un tiempo para ver algún enfermo más de la zona… cuando regresó al hogar de los Montagne, el adolescente había muerto a las siete de la tarde. Lo máximo que pudo hacer fue consolar a una familia que lloraba la ausencia de un hijo de tan temprana edad…
De regreso a La Valla, volvió a sentir la llamada expresada en el seminario ante sus compañeros: “necesitamos hermanos”… Marcelino, después de un día en Le Bessat, entraba de noche por la puerta de la casa sacerdotal, cansado y con un sentimiento hondo de urgencia por comenzar su obra”. (Hno. Manuel Mesonero)
Hoy siguen resonando estas palabras: “¡Cuántos niños se encontrarán a diario en la misma situación y correrán los mismos riesgos por no tener a nadie que les enseñe las verdades de la fe!”. El mundo de hoy nos sigue desafiando a dar una respuesta creativa y audaz a las necesidades de los niños y jóvenes como lo hizo Marcelino… ¡Necesitamos hermanos! ¡Necesitamos maristas apasionados por la misión!