Octubre 2022
Por: Sara Sánchez
Era el 28 de octubre de 1816. El joven vicario Marcelino Champagnat, que llevaba apenas dos meses en La Vallá, fue llamado para atender a un muchacho gravemente enfermo. Marcelino se dirige de prisa, por un camino geográficamente accidentado.
Al llegar, se encuentra con un adolescente de 16 años, muy enfermo; Pronto se da cuenta de la gran ignorancia religiosa que tenía, lo trata con cariño y lo prepara para el encuentro final con Dios. Marcelino se retira para atender a otro enfermo y cuando regresa, el muchacho ya había fallecido.
Aquella experiencia conmovió profundamente el corazón de Marcelino; piensa en tantos niños que se encontrarían en una situación similar por falta de una buena educación cristiana. Los acontecimientos de este día le hacen sentir la urgencia de iniciar ya aquel proyecto al que venía dando vueltas en el corazón desde el seminario: ¡NECESITAMOS HERMANOS!
Pocos meses después, funda el Instituto de los Hermanos Maristas. Nacimos de la mirada y el corazón compasivo de un joven sacerdote que escuchó la llamada de Dios y respondió con audacia. Hoy como ayer, nuestra misión de “Dar a conocer a Jesús y hacerlo amar” sigue siendo de vital importancia.
A ejemplo de nuestro fundador, los Maristas de Champagnat estamos llamados a dejarnos interpelar por las realidades del mundo de hoy a través de las cuales Dios nos habla hoy, y dar respuestas creativas para atender a los Montagne de estos tiempos.