Estando ya consumido por la enfermedad, con un lenguaje lleno de afecto, el Padre Champagnat expresa sus últimos deseos para la familia de los Hermanitos de María que había fundado años atrás. “Los pensamientos fueron dictados al H. Luis María, personalmente por el Padre Champagnat “; el texto fue leído el 18 de mayo de 1840 en presencia de los hermanos de la comunidad.

El testamento espiritual de nuestro fundador es todo un proyecto de vida para quienes hoy nos alegramos de ser parte de la familia marista, hermanos y laicos.

Un proyecto de vida que nos inspira y desafía a vivir el evangelio en el mundo de hoy:

 “Os encarezco, queridos hermanos, con todo el cariño de mi corazón y por el que ustedes me tienen, que se comporten de tal modo que la caridad reine siempre entre ustedes…

No haya entre ustedes sino un solo corazón y un mismo espíritu…

Ojalá se pueda afirmar de ustedes lo que se decía de los primeros cristianos: ¡Miren como se aman!…

Perseveren fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios…

Constituyan siempre la humildad y sencillez el carácter distintivo…

Una tierna y filial devoción a nuestra buena Madre les anime en todo tiempo y circunstancia. Háganla amar por doquiera cuanto les sea posible. Es nuestra primera Superiora.

A la devoción a María junten la del glorioso san José, su esposo…

Sean fieles a su vocación…

Manténganse en un espíritu de pobreza y desprendimiento…

Jesús y María les ayudarán…

Que nuestra buena Madre los conserve, multiplique y santifique.

Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes.

Los dejo a todos, confiadamente, en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que tengamos la dicha de vernos juntos en la eterna bienaventuranza.

Esta es mi última y expresa voluntad, para gloria de Jesús y de María”.